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Hasta el moño de la actitud

Hasta el moño de la actitud
El sitio de las im-pacientes

Hasta el moño de la actitud

“Y si quieres más, pues grita”

“Tu actitud es lo más importante”. “Es admirable como lo llevas”.  Pues mira NO, y me encantaría estar de acuerdo. Porque eso significaría que tengo algún poder sobre ella, pero mi tan alabada actitud tiene vida propia. ¡Vaya!  que no sé hacerlo de otra manera. Y os aseguro que lloro y gruño y pataleo como la que más.

Nos han vendido la burra del “si quieres puedes” que “la actitud hace milagros” y que “una sonrisa lo consigue todo” … Parafraseando a mi querido Padre Mario, si la actitud curara, estaríamos todos en el Psicólogo y el Doce de Octubre, vacío (él dice rezando y en Misa). Pero qué queréis que os diga, el día que me encuentro de asco y la actitud no se digna ni a asomar, me encuentro dos veces mal: por parecerme más a la prima del Grinch que a la de Mr. Wonderful y porque tengo ganas de vomitar.

Yo no lo sabía, pero esto tiene un nombre (me encanta poner nombres a las cosas, hace que me sienta menos rara, más comprendida) se llama la Tiranía del Pensamiento Positivo como nos explica Almudena Narváez, Psicooncóloga de Oncare:

“Debo ser fuerte y mantener una actitud positiva para que los tratamientos funcionen”. “Mi familia me dice continuamente que tengo que mejorar mi actitud y no estar triste”. Estas son solo un ejemplo de las afirmaciones que nos encontramos todos los días en nuestras consultas. Por supuesto, no son afirmaciones que uno se “saque de la manga”. Están presentes en nuestra cultura, en libros, medios de comunicación, etc. Siempre tenemos alguien cerca que sabe “mucho de esto porque lo ha leído en un libro que le ha dejado no sé quién”.

Es un mito muy extendido. Si te sientes triste, asustado, furioso no es aceptable y hace, de algún modo, que el tumor avance.

Todo esto es una falsa creencia que provoca mucho malestar y sentimiento de culpa en la persona enferma. No solo tiene que someterse a infinidad de pruebas y tratamientos, también debe hacerlo con una actitud positiva. Esto es la Tiranía del pensamiento positivo y hace que nos alejemos de lo que SÍ es un buen afrontamiento del cáncer que conlleva reacciones naturales y adaptativas como llorar, quejarse, tener miedo, estar cansado…emociones que hay que sentir, expresar y entender.

No existe ninguna relación REAL entre actitud y pronóstico de la enfermedad. NINGUNA.

Pues eso ¿Y yo qué hago? Porque esto va de lo que voy aprendiendo, no de quejarme (más).

+Asumirlo, fastidiarme y comérmelo con patatas. Dar una patada a los buenos propósitos, dejar salir los malos humos y recordar que cuanto antes lo viva, antes se irá.

+Avisar a mis alrededores, para que no confundan una mala cara o un mal gesto, que no estoy para nadie y que, por el bien de todos, necesito desaparecer un rato. A veces tengo mal cuerpo, a veces mal coco y muchas, los dos.

+Si hay algún plan ineludible (que no apetecen, recordemos que estamos en modo croqueta) intento que sea cerca de casa y con gente de muchísima confianza que me permita tumbarme o desaparecer sin dar explicaciones. Y además se quedan con Misprincesas. Rara vez he necesitado hacerlo, porque al final me lo paso fenomenal y se me olvida, pero me hace ir tranquila.

+Y cuando la cosa se me va de las manos y nada funciona, Terapia. A lo mejor debería ir la primera, porque es la que me ha enseñado las otras 3.

Y funciona, poco a poco (mis peores días suelen coincidir con siguientes al tratamiento, en los que estoy más baja de todo) me suben la tensión y las ganas de hacer cosas, las flores recuperan su olor y color y vuelve a brillar el sol.

Y yo vuelvo a sorprenderme de que siempre, siempre me pase lo mismo.

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